En el verano de 1998 Eberhart Jüngel escribió un artículo sobre las oraciones y la Trinidad. Cita a Karl Rahner quien lamenta la falta de oraciones auténticamente trinitarias y luego a Kant, el filósofo, que igualmente encuentra irrelevante la doctrina. Si entendemos qué se lamenta, todos nosotros los cristianos deberíamos hacer un esfuerzo para cambiar y transformar nuestro entorno. La raíz del problema es nuestra adoración. Por tanto, si queremos cambiar, tenemos que iniciar en la adoración misma.
Jüngel escribe: “Alguien que nota que la invocación al Dios trino tiene en sí misma una estructura trinitaria principia a entender que el Dios que se confiesa y se proclama por los cristianos es, en sus relaciones propias internas, multifacético. Este Dios no existe en un aislamiento espléndido, sino es Uno que existe desde la eternidad como un Ser en comunidad, en realidad, que existe como una comunidad de trascendencia mutua”.
"La raíz del problema es nuestra adoración. Por tanto, si queremos cambiar, tenemos que iniciar en la adoración misma.."
En un esfuerzo de orar al Dios Trino la comunidad intenta mantener la particularidad respectiva de cada Persona de la Trinidad. Con esto, iniciamos nuestra experiencia del misterio de la Trinidad misma, una experiencia que tiene gran valor práctico. Siendo que creo sinceramente que como congregación urge el que recuperemos esta experiencia, he tratado de orar y de escribir algunas oraciones. Comparto una oración del maestro Jüngel y de su servidor. Y le extiendo la invitación, si de verdad cree que debemos recuperar esta experiencia, a escribir su propia oración. La siguiente oración la escribí en la Noche Buena del 2004:
Amante Dios,
Hoy celebramos tu inmenso amor al darnos a tu Hijo Jesucristo.
Señor Jesús,
Hoy celebramos tu bendito nombre, porque tú nos perdonas de todos nuestros pecados.
Espíritu Santo,
Hoy celebramos tu bendita presencia en medio de tu pueblo, un pueblo
perdonado, un pueblo agradecido.
¡Qué tu Nombre inunde toda la tierra y tu amor triunfe sobre
nosotros! AMÉN.
- Fredi Arreola
De Jüngel:
Te agradecemos, amado Padre celestial,
Que cada mañana tu gracia viene fresca y nueva. Hoy también tú nos revives con tu inexhaustible poder de vida. Eterno Dios, nosotros cantamos tu alabanza ahora y por siempre.
Señor Jesucristo,
Tú eres el manantial que calma nuestra sed de vida. Te agradecemos con nuestros
corazones y bocas y manos.
Dios, Santo Espíritu, ven,
Abre nuestros corazones, abre nuestras bocas, abre nuestras manos, para que podamos magnificar el nombre de Dios con nuestros pensamientos, nuestras palabras, y nuestros actos valientes, ¡cantando una nueva canción delante de
todo el mundo!
A ti, alabamos; a ti solo, nuestro Dios trino. AMÉN.
- Eberhard Jüngel
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