(Juan 5:19; 14:9; 15:9)
En la secuencia de nuestra lectura de esta mañana, a manera de exordio, queremos mencionar que los tres Evangelios sinópticos nos hacen una presentación de Jesús entres roles bien definidos Mateo nos lo presenta como el Rey, Marcos como el siervo, y Lucas como el hijo del hombre. pero Juan nos presenta a Jesús como Dios. El evangelio de Juan fue el primero que afirmó con toda claridad la existencia de Dios en Cristo y su esencia divina. En este evangelio no existe mucho interés en los datos históricos como tal, ni en lo que fue la vida de Jesús entre los hombres, por lo que hay un aparente desorden en la presentación narrativa de los hechos. Sin embargo, el evangelio de San Juan consiste en una composición muy estudiada, elaborada con la clara finalidad de demostrar la divinidad de Jesucristo, donde además “se hace referencia a las debilidades de la fe presentes en tiempos de Jesús, lo que se refleja especialmente cuando Cristo discute con los judíos”. Mientras en los evangelios sinópticos el interés se centra en el Reino de Dios, que empezó a hacerse realidad con la venida y actividad de Jesús, mediante la proclamación del evangelio; en el evangelio de San Juan, en cambio, se percibe claramente que Jesús es El Evangelio, La Palabra, La Buena Nueva y que el evangelio es Jesús. Solamente por la vida y especialmente por la muerte y resurrección de Jesús, los hombres pueden ser admitidos a participar de las bendiciones del Reino Mesiánico, y la bendición más estimable “es la vida de Unión con el propio Cristo”. Esto significa que cuando a los hombres se les ofreció el evangelio lo que se les ofreció y recibieron fue el mismo Cristo. Para Juan, la relación de Jesús con Dios no es simplemente mesiánica, Jesús no es sólo Hijo de Dios y actúa continuamente en unión con el Padre sino que es igual a Dios. El Hijo de Dios encarnado en Jesús de Nazaret había vivido con el Padre desde toda la eternidad. El Hijo no actúa por sí mismo sino que repite y reproduce la acción del Padre (Jn 5,19), refleja perfectamente el carácter del Padre (Jn 14,9) y ver a Jesús es ver al Padre. De esta manera el evangelio de Juan explica mejor que los sinópticos el auténtico sentido de la filiación divina.
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