Hechos. 11:19-30; 13:1-52.
El Espíritu “sopla donde quiere”, soberanamente, así lo podemos ver en Hechos, cruzando frontera tras frontera, también lo vemos activamente en hacer que la iglesia cruce la frontera de sus propios prejuicios. Los recursos del Espíritu se mueven para que la Misión de Dios se cumpla.
“Apártenme ahora a Bernabé”, son las palabras registradas por Lucas que nos revelan la intención y la participación del Espíritu para que el Evangelio siga avanzando. Se nos dice que fue en la Iglesia de Antioquía donde comenzó el movimiento para evangelizar las tierras griegas hacia el oeste. Al imponerles las manos y orar por los nuevos enviados, se puede percibir que no han sido enviados por la Iglesia, sino que habían recibido la misión directamente de parte del Espíritu Santo (Hc. 13:2-3).
Este mismo proceder del Espíritu lo vemos en el capítulo 16 donde le impide predicar a Pablo en Asia y le redefine su camino, dándonos entender que el Espíritu es el que define los pasos para cumplir la misión y no al revés. Y no era debido a quererles restar su juicio o razonamiento, sino más bien para que trabajaran libremente en el hecho de estar donde deberían estar y hacer lo que se debía hacer.
Es impresionante ver cómo Dios está activo en que el Evangelio llegue a todas partes, su Espíritu está involucrado en todo momento, hablando, llevando, dirigiendo, provocando, nos invita a reconocer que somos parte de un proyecto que proviene de parte de Dios y que no estamos solos en este trabajo. Se nos prometió Su compañía en todo momento y le vemos moviéndose y moviéndonos.
Me surgen dos preguntas para iniciar la semana: ¿Qué provoca en nosotros el saber que el Espíritu de Dios está totalmente activo en hacer que el evangelio llegue a los lugares que nosotros ni si quiera habíamos previsto, debido a nuestros prejuicios?
La segunda es: ¿qué tan sensibles somos en reconocer la guía del Espíritu para llevarnos a cumplir la misión de Dios y en permitirle que nos ocupe para ser instrumentos de esta Misión?
Comentarios